Rode On The Steel Breeze



martes, 28 de diciembre de 2010

Verborragia.

Ahora mismo estoy viajando, no sabés hacia dónde, no tenés idea. Si supieras te morirías de envidia, que divertido sería ver tu imaginación desangrarse, por una vez. Mirá las risas, no las escuches, tratá de transformarlas en un cosmos florido. Ahora hacelas bailar. ¿Podés sentirlas, rozándote? Yo ahora mismo me estoy fundiendo en ellas.
''La gente era tan cuadrada, que cómo no íbamos a ser diferentes a ellos?'' O quizás demasiado iguales... Estrellas inalterables, pretensiosas, que no pueden brillar porque perdieron la costumbre de hacerlo. En el fondo no puedo distinguir entre vos y yo, y entre nosotros y ellos. ¿A alguien le importa? La respuesta es, lógicamente, un “No” rotundo y cuadrado.
Pero eso es totalmente irrelevante hoy, que estamos bajo un nuevo cielo. ¿Nuevo cielo? No será que alguien eclipsó los Soles del viejo, y este es provisorio, por si acaso alguien note la ausencia? Who knows. En inglés, eh?
Del mismo color que te recuerdo, solo y calmo. Con la misma voz que estrellaste contra mí. Los mismos gestos indescifrables, las mismas sombras escondidas entre los dos. Sólo cambió la atmósfera, cambiamos árboles por un corredor, pero los colores al final son los mismos.
Puedo cambiar este mundo a cualquier color que te guste, pero tenés que prometer que cuando te sientas eclipsado vas a hacer que tu dolor se convierta en música, y la música en luz, y la luz en un Sol que descubra otro universo. Es una metamorfosis interesante.
Me recuerda a cierto hombre que fue devorado por sus monstruos internos, quienes lo consumieron hasta hacer desaparecer su esencia. Pero sabés qué? Él jamás se enteró.



jueves, 23 de diciembre de 2010

Otras dimensiones, otros sonidos. Un final abierto para una historia sin comienzo. Una pluma para darle por fin resolución. Un alma en pena. O dos. O muchas más.
Mi llamada inoportuna.
Vos, con el seño fruncido, tratando de averiguar qué dice una canción.
¿Qué es más importante?
Escuchás todo lo que te digo (raro en vos).
La canción sigue sonando, pero ya nadie la escucha.
Es que hay alguien cuyo canto es mucho más genuino, pero no sabés dónde está. Yo sí. Está en una pluma. Y en la pluma está el final para una historia. Sí, ya sé que no te interesan las historias, pero te digo que esta vez no estoy imaginando nada descabellado.
Sé que hasta vos te sentís intrigado de vez en cuando.
Dale, por favor, hacelo por mi, sí? 


Te agradezco.
Aunque ya no puedas (o no quieras) escucharme.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Contra la pared.

Ellos quieren verte contra la pared, verdad?
Pues bien, tenés que soportarlo.
Tenés que soportarlo porque te dicen que a nadie le importa.
Y si a alguien le importara, pues también él estaría contra la pared.

Ellos están mintiendo, no es así?
Bueno, tenés que hacer silencio.
Tenés que hacer silencio porque te convencen de que es correcto.
Hipócritamente correcto.


Bien, yo creo que callarse no es tan correcto.
Y creo que estar contra la pared no es tan malo.
Y, definitivamente, no serás el único al que acorralen.
Porque Ellos nos escupen a todos.
Y llegará un día en que nadie soportará más.
Y todos gritaremos.
Y cuando se oiga nuestra voz, qué será de ellos?


Serán sólo ecos de una rebelión insoslayable.


viernes, 17 de diciembre de 2010

Ciego, loco.


El campanario, casi secretamente, cobraba vida al llegar el Sol y resonar sus campanas. Éstas creaban una música indestructible, acorazada. Esa música destruía toda noción de tiempo. En un oscuro rincón, dos estatuas de piedra con los ojos de bronce discutían acerca del afuera.

-          ¿Qué ves allá, más allá de este ruido de badajos?
-          Pues, lo mismo que tú deberías ver: nada.
-          ¿Absolutamente nada? ¿Y no te preocupa eso?
-          ¿Qué debería preocuparme? Soy feliz aquí, o al menos no soy infeliz. ¿Acaso tú puedes advertir algo más, fuera de aquí?
-          Sí, sí que puedo. Puedo ver cientos de planetas, como diamantes. Puedo ver un cosmos de flores, y grandes cintas de fuego entrecruzándose.
-          Ah, pues entonces tú estás totalmente loco, TO-TAL-MEN-TE.
-          Sería fantástico salir e ir allá, realmente fantástico.
-          ¡Y encima de todo quieres ir, para volverte más loco aún! ¡Dios Santo!
-          No sabía que las gárgolas creían en Dios… ¿No estarás contagiándote de los modos de quienes habitan bajo el campanario?
-          ¿Qué hay si lo hago?
-          Si te estás contagiando de ellos, entonces estás totalmente loca, LO-CA. Y si te sigues dejando influenciar por los hombres de ahí abajo te volverás más loca aún, no crees?
-          Deja de decir estupideces, mi forma de hablar no tiene nada que ver ni con fuego ni con planetas ni nada de eso.
-          Por supuesto que no, mis planetas son mucho más interesantes
-          Eres un inútil. Puede ser que sean ‘’más interesantes’’, pero nunca podrás verlos en realidad.
-         Sí puedo verlos. A diferencia de ti, a mi no me dan miedo las cosas nuevas. Daría cualquier cosa por salir. A demás, imagínate esa música. ¡Música de fuego, en vez de campanas!
-          Nosotros tenemos prohibido el fuego en el campanario… ¡De cualquier forma, allá no es como aquí!
-          Esa es la idea.
-          No, idiota, me refiero a que allá sí hay… ya sabes, tiempo.
-          ¿Y a mi qué? Prefiero morir con los ojos llenos de universos, antes que vivir por siempre en este mundo muerto. Quizás tú deberías pensar en la misma opción de vez en cuando…
-          No, yo no necesito esas cosas, y a demás no las quiero.
-          Es una pena, porque voy a salir y si vuelvo será con la canción más hermosa de todas en el corazón.
-          Haz lo que quieras, odio lidiar con tus delirios. Estás ciego.
-          Yo odio lidiar con tus limitaciones, eres tú la que está ciega. ¡Adiós!

La gárgola abandonó rápidamente el campanario,  batiendo sus alas de piedra por encima del sonido metálico. Con la respiración agitada llegó finalmente afuera. Cuando sus patas atravesaron la salida, la figura dentro del campanario vio como todo el cuerpo de su anterior compañero se desplomaba, se quebraba, se reducía a polvo y volvía, con el viento, a su lugar. El tiempo había obrado velozmente, dejando al loco hecho cenizas.
Se acercó temerosa a los restos. Los dos ojos de bronce aún conservaban un brillo, pero éste era diferente. Al recoger lenta y cuidadosamente el polvo y los ojos, pudo ver reflejado en los suyos lo que había oído decir a la gárgola muerta.
-          Cientos de planetas… Como diamantes… Un cosmos de flores… y grandes cintas de fuego… Entrecruzándose…
Y las palabras de la estatua loca se confundieron con las de la otra, y a ella le pareció recordar una sonrisa en la cara de su compañero antes de desaparecer.
Por fin escuchó entrar en su corazón una bella melodía, con acordes vivos, y voces  de fuego.
Y pensó, por un momento, que él tenía razón, que la ciega era ella.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Fènix

Primavera, viento, canción, un poco de luz para tu vida enjaulada. Siempre tratás de ser vos, más allá de todo, más allá de todos. Aún así, no lográs sentirte por completo fuerte, veraz.
Te has obsesionado con tu pequeño mundo vidrioso, irreal. Jugás con él, das vuelta las reglas y te perdés, de repente. Cuidás tus laberintos y tus rosas, encendés el Sol con versos.
Pero a pesar de esto, a veces sentís que no podés cambiar tu universo, pero estás equivocado. Y es que demasiadas veces ya te han dicho que no podés crear, que no sos lo suficientemente valioso, que nadie puede quererte. Demasiadas veces has sido defraudado como para no sentirte algo frágil.
Tu orgullo, tu grande y casi perversa soberbia esconden un mínimo ser que no puede volar, pues sus alas están llenas de alquitrán. Aunque se te infle el pecho al pensar en todo lo que has podido sobrellevar, sabés que algo en vos se quebró hace mucho. Arrogante, perspicaz, inestable, voluntarioso. Pero en un mundo encerrado.
Sos un hermoso fénix que no alcanza a prenderse fuego.
En tu esfuerzo por no ser derribado, has buscado refugio en un simple, rudimentario ‘’Quienes me lastimaron merecen dolor, merecen mi odio’’. Supongo que has aprendido ya a ser distante, a parecer un extranjero vayas a donde vayas. En el fondo, mutar el dolor en odio no te ha servido de nada. Y lo sabés. Y también sos perfectamente consiente de que es esa violencia la que te impide encender tus alas y volar, como siempre has querido. Porque la verdad es que naciste para bailar con la brisa, y no tengo duda de que bailando terminarás.
Sólo tenés que deshacerte de la llaga, y este es tu máximo grito de socorro.
Ahora bien, cómo vas a hacer para ser libre otra vez, para recuperar tu fuego?

Còmo vas a renacer de tus cenizas?


miércoles, 15 de diciembre de 2010





Eh, vos, que siempre estás mirando con los ojos cerrados.
Vos, que no sabés ya qué ver en esta ciudad.
Vos, el de los ojos muertos y vacíos.
Vos, que te olvidaste de mí.
Vos, amordazado y gris.
Vos, solo.

¿Querés escucharme, por una vez? Quiero que sepas algo.
Todo lo que ves, todo lo que creés que ves, astutamente, todo eso no existe.
Esa sonrisa forzada que mostrás con tanto orgullo, ese pantalón de marca, ese peinado de moda, ese caminar… Todo es mentira…
Podés, no digo que no, refugiarte ahí. Podés esconderte durante años, incluso toda tu vida. Es algo muy normal, muy cómodo, muy ‘’feliz’’.  Es la realidad de muchas personas, pero no es tu realidad. Bah, al menos yo desearía que no lo fuera.
Me gustaría que trataras de mirar mejor, que intentaras descubrir más de lo que otros quieren, más de lo que aprueban.  Buscá dragones, buscá flores, buscá susurros en la brisa.
Perdete en las calles, mostrate como un loco, un indecente. Transformá el dolor en canciones, cantá a gritos.
No te asustes si te ven como un indigente en esta ciudad soñada, dibujada por idiotas. Pintá una nueva realidad, escudriñá en el fondo de tus recuerdos para poder eliminar todas tus estructuras y ser libre, estar indefenso pero vivo.
Y por favor, cuando lo hagas, arrástrame con vos, que yo también quiero despertar…

Porque yo también a veces miro con los ojos cerrados.
Yo también me pierdo y no sé qué ver en esta ciudad.
Yo también suelo tener los ojos muertos y vacíos.
Yo también, aunque no quiera, me olvido de vos.
Yo también me veo amordazada y gris.
Y yo también estoy sola.
Pero vivo.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Oh God, I have a blog! :O


No recuerdo haber abandonado este lugar, no creo haber tenido motivo.
Sin embargo, he dejado atrás un espacio inexistente.
O lo inexistente soy yo.
O ambas cosas.
De cualquier forma,
Sólo puedo dar cuenta de las luces.
Infinitas luces.
Devorándome.
No logro encontrar una pista, ni una,
Aunque retuerza una y otra vez mis recuerdos.
Es sólo vacío.
Vacío y luces.
Engañándome.
No sé cuán lejos estoy de… he borrado el punto de referencia…
Pero sin duda sigo vivo.
Creo que si estuviera muerto no habría luces.
No, aunque lo estuviera brillarían, quizás…
Aunque la Muerte odie las luces.
Si pudiera pedir algo, una respuesta, probablemente diría:
Estas luces son mías?
Soy yo quien está brillando?
Si el viento pudiera mostrarme algo de vida…
Si la marea no hubiera azotado ya demasiado mi cuerpo…
Quisiera recordar mi voz.
Sólo mi voz.
Y la de alguien más también.
La de la última persona que me vio,
Antes de caer.
Si él
O ella
Hubiera querido que no me fuera,
Habría funcionado?
No me importa por qué abandoné mi lugar.
Y ya estoy acostumbrado a las luces.
Sé, efectivamente, que soy yo quien brilla entre las sombras.
Pero aún así necesito otra cosa…
Necesito saber si él, o ella, si alguien me está esperando…
O si soy sólo cenizas.


O luces.